Primer fin de semana después del cambio de hora y no hemos podido resistirnos a subir a la Sierra. Las Zetas de la Pedriza es una de esas rutas que se quedan grabadas en la memoria de todo aquel que las realiza, zigzagueando por sus curvas interminables, subiendo sin parar por pistas forestales de gran belleza, admirando las vistas desde los puntos más altos de la ruta. Si a la ecuación además le añades la subida a La Nava repleta de nieve, ¡la ruta se convierte en espectácular!
ASISTENTES
De izquierda a derecha: Javi, que tan confiado estaba de que no iba a haber nieve, que se olvidó de llevar algo más que una camiseta de manga corta. Menos mal que llevábamos alguna chaqueta de repuesto. David, con algún que otro problema intestinal —por no especificar más— y Nacho, que venía de dormir 4 horas después de una noche de fiesta que no le dejó muy buen cuerpo — en este caso tampoco hace falta entrar en detalles—. Vamos, un desastre de grupo.
DATOS DE LA RUTA
CRÓNICA DE LA RUTA
Todo empezó con un intercambio de mensajes de texto:
— ¿Nos hacemos unas zetas este domingo?
— Llovió la semana pasada, ¿no habrá nieve?
— Buah, no creo, no seas mariquita.
— Venga, vale, me apetece.
Quedamos a las 10 de la mañana en el parking interior de la pedriza de Canto Cochino. Muy tarde, como siempre. De hecho pasamos la barrera de milagro y el tema de aparcar se volvió complicado. Supongo que a partir de ahora con la llegada del calor quedaremos mucho antes.
Comenzamos la ruta y sobre la marcha decidimos en qué sentido hacer las zetas. Más que decidir, nos damos cuenta de que ya hemos comenzado el sentido anti-horario. Bueno, da igual, cualquier sentido está bien. Empezamos subiendo, primero por carretera con mal asfalto, y después por pista forestal. Enseguida nos encontramos con las famosas zetas. Me quedó con esta primera parte de la ruta en la que los tres acordamos una especie de tregua para subir juntos. Vamos a un buen ritmo pero éste nos permite ir charlando de nuestras cosas. La subida es larga y siempre es mejor hacerla en compañía, ya habrá tiempo de demostrar quién se encuentra fino y quien no. Según vamos ganando altitud, empezamos a ver los primeros rastros de nieve en las zonas más oscuras.
Llegamos al camino que sale hacia La Nava, que cogemos sin dudarlo. Ya en las primeras rampas nos avisa la gente que baja que tengamos cuidado con la nieve. Se nos pone a todos una sonrisa de oreja a oreja: ¿Subimos, verdad? ¡Por supuesto!. Después de un primer sendero estrecho, la pista ensancha y es aquí cuando empieza a ser complicado matenerse sobre la bici. Es una cuestión de fuerza en las piernas y de mucho equilibrio. Cada metro que pasamos es un pequeño test y una alegría cuando lo superamos. Hasta que llegamos a un par de tramos en que es imposible —al menos para nosotros— no apoyar el pie.
Nuestras bicicletas se quejan, las transmisiones chirrían, las ruedas traseras se quedan bloqueadas por la nieve y hielo acumulado entre el neumático y el cuadro. Después de mucho esfuerzo y con un agotamiento extremo producido por estas condiciones y por tener que andar cargando con la bici en varios puntos, por fin llegamos al alto de La Nava. Es momento de tomarnos un merecido descanso para volver a cargar pilas mientras admiramos las preciosas vistas desde los 1960 metros de altitud en los que nos encontramos.
Ahora toca bajar por la nieve. Promete diversión, pero hay que tener cuidado. Bajamos los sillines para ir más cómodos y facilitar echar el pie a tierra si es necesario. Los tramos sin nieve los hacemos a gran velocidad. Los tramos con nieve vamos con precaución y sin llevar calado uno de los dos pies. Conseguimos llegar sin incidentes —salvo una caída de lado de un servidor, sin mayores consecuencias— a la bifurcación con la pista circular de la Pedriza.
Todavía nos queda la mitad de la ruta (en kilómetros). Tenemos que volver a subir para llegar al Collado de los Pastores, situado a 1770 metros de altitud, lugar con unas vistas también espectaculares y donde siempre se acumulan una buena cantidad de ciclistas. Ni que decir tiene que, después del cansancio acumulado de haber subido a La Nava con unas condiciones tan adversas —¡aunque tan bonitas!—, aquí no hay treguas ni acuerdos que valgan, cada uno nos aplicamos el dicho de sálvese quien pueda y llegamos desperdigados a lo alto del collado.
Desde aquí, tan solo queda bajar y bajar hasta llegar al parking de Canto Cochino. Lo hacemos con mucha velocidad, de esas veces que te duelan las manos a muerte de sujetar el manillar con fuerza sobre piedras y terreno irregular. A veces bajar puede ser más cansado que subir. Tras el típico pinchazo de cada ruta, esta vez de Nacho, llegamos a Canto Cochino donde guardamos las bicicletas en nuestros coches para comernos un bocata de tortilla con pimientos y una buena cerveza mientras el camarero nos cuenta cómo Alonso ha ganado el gran premio de Malasia cuando nadie lo esperaba.
Tampoco esperábamos que hubiera nieve en la ruta. Pero oye, que todas las sorpresas sean así agradables.
FOTOS
Pincha en la miniatura para ver el resto de las fotos de la ruta:
ASISTENTES
De izquierda a derecha: Javi, que tan confiado estaba de que no iba a haber nieve, que se olvidó de llevar algo más que una camiseta de manga corta. Menos mal que llevábamos alguna chaqueta de repuesto. David, con algún que otro problema intestinal —por no especificar más— y Nacho, que venía de dormir 4 horas después de una noche de fiesta que no le dejó muy buen cuerpo — en este caso tampoco hace falta entrar en detalles—. Vamos, un desastre de grupo.
DATOS DE LA RUTA
- Distancia: 38.9km
- Tiempo: 3h 16min
- Altura ganada: 1222m
- IBP: 79
- Detalles y track: http://connect.garmin.com/activity/161381671
CRÓNICA DE LA RUTA
Todo empezó con un intercambio de mensajes de texto:
— ¿Nos hacemos unas zetas este domingo?
— Llovió la semana pasada, ¿no habrá nieve?
— Buah, no creo, no seas mariquita.
— Venga, vale, me apetece.
Quedamos a las 10 de la mañana en el parking interior de la pedriza de Canto Cochino. Muy tarde, como siempre. De hecho pasamos la barrera de milagro y el tema de aparcar se volvió complicado. Supongo que a partir de ahora con la llegada del calor quedaremos mucho antes.
Comenzamos la ruta y sobre la marcha decidimos en qué sentido hacer las zetas. Más que decidir, nos damos cuenta de que ya hemos comenzado el sentido anti-horario. Bueno, da igual, cualquier sentido está bien. Empezamos subiendo, primero por carretera con mal asfalto, y después por pista forestal. Enseguida nos encontramos con las famosas zetas. Me quedó con esta primera parte de la ruta en la que los tres acordamos una especie de tregua para subir juntos. Vamos a un buen ritmo pero éste nos permite ir charlando de nuestras cosas. La subida es larga y siempre es mejor hacerla en compañía, ya habrá tiempo de demostrar quién se encuentra fino y quien no. Según vamos ganando altitud, empezamos a ver los primeros rastros de nieve en las zonas más oscuras.
Llegamos al camino que sale hacia La Nava, que cogemos sin dudarlo. Ya en las primeras rampas nos avisa la gente que baja que tengamos cuidado con la nieve. Se nos pone a todos una sonrisa de oreja a oreja: ¿Subimos, verdad? ¡Por supuesto!. Después de un primer sendero estrecho, la pista ensancha y es aquí cuando empieza a ser complicado matenerse sobre la bici. Es una cuestión de fuerza en las piernas y de mucho equilibrio. Cada metro que pasamos es un pequeño test y una alegría cuando lo superamos. Hasta que llegamos a un par de tramos en que es imposible —al menos para nosotros— no apoyar el pie.
Nuestras bicicletas se quejan, las transmisiones chirrían, las ruedas traseras se quedan bloqueadas por la nieve y hielo acumulado entre el neumático y el cuadro. Después de mucho esfuerzo y con un agotamiento extremo producido por estas condiciones y por tener que andar cargando con la bici en varios puntos, por fin llegamos al alto de La Nava. Es momento de tomarnos un merecido descanso para volver a cargar pilas mientras admiramos las preciosas vistas desde los 1960 metros de altitud en los que nos encontramos.
Ahora toca bajar por la nieve. Promete diversión, pero hay que tener cuidado. Bajamos los sillines para ir más cómodos y facilitar echar el pie a tierra si es necesario. Los tramos sin nieve los hacemos a gran velocidad. Los tramos con nieve vamos con precaución y sin llevar calado uno de los dos pies. Conseguimos llegar sin incidentes —salvo una caída de lado de un servidor, sin mayores consecuencias— a la bifurcación con la pista circular de la Pedriza.
Todavía nos queda la mitad de la ruta (en kilómetros). Tenemos que volver a subir para llegar al Collado de los Pastores, situado a 1770 metros de altitud, lugar con unas vistas también espectaculares y donde siempre se acumulan una buena cantidad de ciclistas. Ni que decir tiene que, después del cansancio acumulado de haber subido a La Nava con unas condiciones tan adversas —¡aunque tan bonitas!—, aquí no hay treguas ni acuerdos que valgan, cada uno nos aplicamos el dicho de sálvese quien pueda y llegamos desperdigados a lo alto del collado.
Desde aquí, tan solo queda bajar y bajar hasta llegar al parking de Canto Cochino. Lo hacemos con mucha velocidad, de esas veces que te duelan las manos a muerte de sujetar el manillar con fuerza sobre piedras y terreno irregular. A veces bajar puede ser más cansado que subir. Tras el típico pinchazo de cada ruta, esta vez de Nacho, llegamos a Canto Cochino donde guardamos las bicicletas en nuestros coches para comernos un bocata de tortilla con pimientos y una buena cerveza mientras el camarero nos cuenta cómo Alonso ha ganado el gran premio de Malasia cuando nadie lo esperaba.
Tampoco esperábamos que hubiera nieve en la ruta. Pero oye, que todas las sorpresas sean así agradables.
FOTOS
Pincha en la miniatura para ver el resto de las fotos de la ruta:
25/02/2012 Las Zetas de la Pedriza - La Nava |
Mierda, vaya día que elegí para quedarme dormido...
ResponderEliminarDavid, mi mas sincero agradecimiento por la crónica. Aquí se nota que lo ha s dado todo.
ResponderEliminarY lo de la tregua en la subida, dejemoslo en que fuiste tu el que tomó la decisión de no apretar para arrib. Y fue cojonudo porque pudimos subir los tres juntos disfrutando de la subida. Y sobre todo la subida y bajada de La Nava. Mejor, imposible.
Ahora a prepararme una ruta por Cantabria. Ya os contaré
Gracias a ti Nachete por sacar esas fotazos. Que al cronista también le gusta salir en las fotos :-)
Eliminar¿Y no vamos a ver partes del cuadro de los participantes rotas por la fricción de la nieve entre la rueda y las vainas o en el basculante? En cuanto leí esa parte, miedo me entró...
ResponderEliminarRíete, pero la única bici que bloqueaba rueda trasera era mi doble.. ¿Alguna explicación?. Cuidado con la tuya :P
EliminarLas zetas de la pedriza son todo un clasico, y si se le acompaña con el ascenso a la Nava, y ademas con nieve, me quedo sin palabras. Espectacular!.
ResponderEliminarAqui os dejo mi subida a la nava hace un par de años:
http://dukemtb.blogspot.com.es/2010/07/colmenar-la-pedriza-manzanares-el-real.html
Un saludo. David
Mmmm, las zetas desde Colmenar Viejo.. ¡qué buena pinta! Nos lo apuntamos.
EliminarPrecisamente, la foto de cabecera de tu blog es del Collado de los Pastores, ¿verdad?
Buena ruta David G., si señor.
ResponderEliminar¿Y no tenéis el track de la ruta desde Colmenar?
Si David, la foto de cabecera es desde el collado de los pastores. Lo siento nacho no tengo el track de esa ruta, aun no tenia gps. Pero vamos! este año repetire..
ResponderEliminarEsta entrada bien merece mi reconocimiento aunque no sea un habitual a la hora de dejar comentarios. Espectaculares vistas de la zona con nieve. Se nota que lo pasáteis bien... A ver si recupero mi bici cuento antes y vuelvo al circuito, aunque ahora cualquiera os pilla!!!!
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