domingo, 13 de mayo de 2012

Orbea Monegros 29er 2012: 119KM de Maratón por el Desierto

Hace ya muchos meses que nos inscribimos en el Maratón de los Monegros. Para muchos, ha sido un motivo para entrenar durante el invierno. Para otros, un test de calidad como antesala de los 10.000 del Soplao. Del resultado y sensaciones de la prueba sacaríamos conclusiones sobre nuestra preparación física —y psicológica— a la hora de afrontar un reto de mucha mayor embergadura como es el Soplao, tan solo 2 semanas después. Pero en definitiva, dar pedales por el desierto no ha sido más que una excusa para juntarnos un fin de semana con los amigos y compañeros de afición por tierras oscenses. Sigue leyendo esta historia de nervios, risas, agobios, barro y una orgía de pasta y barritas energéticas.



DATOS DE LA RUTA
Ruta típicamente maratoniana, muchos tramos llanos en los que sacarle el polvo al plato grande, con poco desnivel acumulado pero con alguna subida interesante.


ASISTENTES
En principio íbamos a ser 6 compañeros: David, Felipe, Jose Manuel, Nacho, Rober y Javi, pero éste último tuvo la mala suerte de una lesión inesperada que le obligó a guardar reposo. Una verdadera pena, porque era quizás de los que más ilusión tenían en participar en la marcha. Nos acordamos mucho de él, al igual que de Rafa que —estamos seguros— no se lo hubiera perdido habiendo estado recuperado de su lesión de clavícula.

CRÓNICA DE LA RUTA
Nos escapamos pronto del trabajo —espero que esto no lo lea mi jefe— para llegar a casa, recoger las mochilas, cargar las bicis, y salimos de Madrid a una hora que nos permite evitar el atasco de la N-II. Vamos rumbo a Sariñena a recoger los dorsales y ver lo que hay montado en el recinto ferial. Un viaje tranquilo salvo por la multa que nos pone la guardia civil por no llevar la placa V-20 reglamentaria. Seguramente no habremos sido los únicos infractores pillados, la guardia civil está avisada de un gran desplazamiento de bicicletas a Huesca, y es un buen momento para recaudar velar por nuestra seguridad.


Camiseta regalo Orbea y bicicletas Orbea. Parece que les hacemos publicidad


Ya en Sariñena, apenas tardamos 15 minutos en recoger nuestros dorsales. Aprovechamos que vamos bien de tiempo y esperamos al resto de compañeros dando una vuelta por los stands del recinto ferial prácticamente vacío, si lo comparamos con la masificación de gente del día siguiente. Vemos algo de ropa de la marca Orbea, degustamos alguna que otra barrita energética y probamos el rodillo con conexión a internet bkool. Pero estamos neviosos, queremos que esto empiece ya, y decidimos irnos a cenar cuanto antes a la casa rural. Estamos alojados en Angües, a 45 minutos por carreteras secundarias.


Recinto ferial en Sariñena


Después de una cena ligera —en la que nos damos cuenta de la cantidad de maneras que hay de preparar la pasta— y de organizar la ropa y mochila para el día siguiente, nos vamos a la cama con la intención de dormir 8 horas y aún así levantarnos pronto para tomar un desayuno contundente. Ni los los nervios, ni unas camas con muelles asesinos evitan que durmamos del tirón. Ya por la mañana empiezan los nervios típicos: ¿lleváis mochila con agua? ¿con el bidón y los avituallamientos bastará? ¿cuántas barritas? ¿chubasquero? ¿habéis cargado la batería de las luces? ¡Venga chicos que no vamos a poder aparcar!


Carretera que une Sariñena con Angües


La marcha comienza a las 13:30 horas del mediodía. A las 12 ya estamos por Sariñena con los coches aparcados. Algún que otro pis de última hora, soportando largas colas de gente con las mismas necesidades, un tornillo roto en el último momento y la recogida del dorsal que faltaba, hacen que nos pongamos en la cola de salida quizás demasiado tarde. Esto significa que tendremos a la mayoría de los 4.500 ciclistas apuntados a la marcha delante nuestra y que no pasaremos por la línea de meta hasta casi las 2 de la tarde. La espera se hace eterna, sentimos un gran alivio cuando por fin somos capaces de montarnos en la bicicleta y afrontar los primeros kilómetros de la prueba. Los nervios desaparecen, estaremos más de 6 horas sobre la bicicleta. ¿Y no es eso lo que más nos gusta?


Momentos antes de tomar la salida


La salida del pueblo es espectacular, todas las aceras repletas de gente gritando y animando. Se forman algunos tapones en las calles más estrechas, pero enseguida nos encontramos rodando por pistas de tierra. Mucha gente va con mascarilla debido a la gran cantidad de polvo que forman los caminos. Ninguna incidencia en los primeros 20km que se nos pasan rapidísimos, salvo algún tapón provocado por charcos de agua en el suelo —que para muchos, por la forma de gritar ¡cuidado!, parecía que fueran inmensas madrigueras de conejo que transportaban a otro mundo—. Afrontamos la primera subida, más preocupados por nuestra propia seguridad rodeados de tanta gente que de la pendiente del terreno, y llegamos al primer avituallamiento. A partir de aquí, el pelotón se escalona y se agradece rodar con un poco más de espacio y tranquilidad.



Después del avituallamiento, llega un terreno que nos permite hacer kilómetros con suma facilidad. Mantenemos una velocidad de 25km/h sin demasiados problemas, aprovechándonos de la protección del aire que nos proporciona tal cantidad de ciclistas. En un santiamén nos encontramos en el segundo avituallamiento, previo a la subida más importante de la marcha. A partir de aquí empezamos a adelantar a mucha gente, lo cual nos sorprende ya que, aunque la subida es larga de unos 12km, no es exigente ni en pendiente ni en dificultad técnica. Quizás el entrenamiento ha dado sus frutos y estamos más fuerte de lo que en un principio pensábamos. Desechamos esas ideas de la cabeza, aún quedaba mucho. Ya en el punto más alto de toda la ruta, comienza un vertiginoso descenso que hace sufrir a nuestros brazos y espaldas. Nos separamos, cada uno bajando a su ritmo, y volvemos a reengancharnos en el tercer avituallamiento. Después de estirar debidamente todo el cuerpo y de comer alguna barrita, retomamos la marcha. Por delante, la subida con mayor pendiente de la marcha. Llevamos 80km en las piernas.



Nada más salir del avituallamiento, comenzamos a subir por una pista estrecha, en la que entran perfectamente dos ciclistas en paralelo, pero que hay que tener cuidado si un tercero decide ir adelantando como fue nuestro caso. Es igual de cansado ir a un ritmo por encima de tus posibilidades que ir taponado por gente que va mucho más despacio que tú. Por suerte, el repecho no dura demasiado, y es aquí, cuando ya hemos superado 3/4 partes de la prueba, cuando empezamos a creernos que no solo vamos a terminar bien, sino que vamos a hacer un buen tiempo. Soltamos piernas e imprimimos un poco de velocidad para llegar al cuarto y último avituallamiento con poco más de 5horas sobre la bicicleta y menos de 15 kilómetros para meta. Esto está chupao, llegamos en menos de 6 horas nos decíamos. Me arrepiento tanto de haber dicho esas palabras..



A los pocos minutos de montar en la bicicleta, el aire comienza a oler a húmedo. Muchos nos alegramos de que el tiempo refresque un poco, incluso no nos importaría que cayeran algunas gotas de lluvia para refrescarnos. Pero lo que cayó fue un aguacero de escándalo, que dejó el terreno impracticable en menos de 5 minutos. Las bicicletas cogieron tal cantidad de barro que era imposible andar con ellas. Cargarlas tampoco era opción, por el increíble incremento de peso. Así anduvimos, extenuados, durante 500 metros interminables, que pensábamos que no se acabarían nunca. Pero todo en esta vida termina, y por fin el terreno mejoró lo suficiente como para sacudir el barro de las bicicletas y seguir en ellas montadas.



Nuestra ilusión por terminar se vino otra vez al traste con otro terreno que parecía de arenas movedizas. La moral por los suelos, y con pocas fuerzas para seguir arrastrando una bicicleta que no quería moverse. Continuadas paradas para quitar el barro acumulado entre ruedas y horquilla, entre cuadro y bielas. Tuve tan mala suerte, o tantas ganas de montarme en la bici y dejar de arrastrarla, que el barro hizo que el cable del cambio trasero se me enredara en el plato pequeño, dejando mis bielas completamente k.o. No fuimos capaces de desenredar ni cortar el cable ni con unos alicates. Mi carrera estaba perdida, tendría que andar casi 10km hasta la linea de llegada. En todo este terreno no se vio ni un solo coche de la organización. Menos mal, que uno de mis compañeros más retrasados llegó por detrás, y todavía con fuerzas suficientes, tiró de mí hasta meta. Vemos el luminoso con el tiempo empleado en la marcha. Son casi 8 horas, no me lo podía creer, habíamos estado casi 2 horas pegándonos con el barro. Así terminé los últimos kilómetros, desmoralizado, agarrado a la mochila de un bendito amigo, siendo un lastre para mis compañeros que hubieran terminado mucho antes de no ser por mi mala suerte. Desde aquí les agradezco enormemente su ayuda y sobre todo su compañía en estos últimos kilómetros.



Al final, dadas las horas que eran, nos fuimos a casa sin probar la fideua, mojados y tiritando de frío, y con una sensación agridulce por un final tan calamitoso. Pero el día siguiente fue otra historia, todos estábamos contentos por haber venido, contentos por haber participado y por haber disfrutado de 110km (del total de 120) de buenísimas sensaciones.

¿Repetiremos el año que viene? Está por ver, no nos gustó especialmente la organización. Pero nunca se sabe. Ahora nuestras cabezas están pensando en el Soplao de la semana que viene. Por favor, que no llueva.

FOTOS
Pincha para ver el resto de las fotos:
05/05/2012 Maratón Monegros

3 comentarios:

  1. El barro es un terrible elemento con el cual tenemos que pelearnos en demasiadas ocasiones. De todos modos creo que vuestra experiencia fue positiva. Mucho animo para el Soplao, disfrutar de los paisajes, los avituallamientos y que la moral no desfallezca nunca.

    Un saludo. David.

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    1. Muchas gracias por leer la entrada hasta el final. Y por los ánimos. El otro día volví a releerme tu entrada del Soplao. A ver qué tal se nos da.

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  2. Compañero de pedales,
    en esta edición, un colega, de mi grupo de habituales, pilló lo mismo que vosotros y no podía creerlo, pues los otros adelantados no cogieron lluvia y la acabaron del tirón, sí efectivamente es mala suerte, pero ahí quedó demostrado que los verdaderos amigos, son los que te ayudan con los problemas!
    Mucha moral! y Ánimos, a ver si el año próximo puedo por fechas y me apunto a ver cómo se nos da.
    Suerte!

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