miércoles, 4 de julio de 2012

Amanecer desde el alto de la Nava

Los que vivimos en una gran ciudad, a veces nos olvidamos de la cantidad de estrellas que hay por la noche en el cielo, de que el sol sale por el horizonte y no entre los edificios, de que en el momento del amanecer las tonalidades del cielo cambian mágica y gradualmente en cuestión de minutos —del negro azulado de la noche, al naranja del amanecer y el celeste del día—. Por la noche, los sentidos se agudizan para escuchar el sonido del viento, oler la fragancia del bosque y ver extrañas siluetas que se dibujan a nuestro paso en la oscuridad.

Por esta y otras razones, decidimos subir de noche a 2000 metros de altitud para ver amanecer desde una posición privilegiada y sin obstáculos. Antonio —videocámara en mano— se ha encargado de sacar vídeos y fotos durante la ruta y de escribir la crónica que puedes leer a continuacíón.


Vistas desde el alto de la Nava, minutos después de amanecer


DATOS DE LA RUTA
  • Distancia: 40km
  • Tiempo: 3:20h
  • Altura ganada: 1.200m
  • IBP: 79



ASISTENTES
Antonio, David, Javi, Jose Manuel, Nano y Rober.

CRÓNICA DE LA RUTA
Hace unas 3 semanas David nos hizo llegar una propuesta que inmediatamente despertó la curiosidad del grupo. Hacer una ruta nocturna para ver el amanecer. En Bicicliks ya se había realizado alguna ruta de noche, pero esta era diferente. Se trataba de realizar una ascensión de madrugada hasta un pico donde pudiéramos ver salir el sol y luego acometer el descenso con los primeros rayos de luz.

Además, la arenga final de David no nos dejaba opción a abstenernos:

Animaos, sé que es complicado dormir tan poco ese día, pero son cosas que se recuerdan siempre, que te alegras de haber hecho (y en caso contrario te arrepientes de NO haber disfrutado).


Primeras rampas, nos empieza a sobrar la ropa


Efectivamente, creo que los que hicimos la ruta en la madrugada del domingo recordaremos siempre esta ruta, aunque cada uno por distintos motivos. Después de la habitual ristra de correos electrónicos entre los miembros del grupo, conseguimos ponernos de acuerdo en realizar la ascensión a La Nava realizando la subida por el circo de la Pedriza a través de las famosas niZetas.

Quedamos a las 3 de la madrugada en el parking de fuera ya que en teoría no abrirían la barrera de acceso a Canto Cochino hasta las 8. En esta ocasión la puesta a punto nos deparó una increíble demostración de potencia luminiscente de David y Roberto. Sus linternas parecían alimentadas por uranio enriquecido.


Rober y Jose (regulando como siempre) a la cola del grupo


Empezamos la ruta cruzando la citada barrera y encaramos con muchas ganas los primeros kilómetros. Una ascensión de unos 3 km. por asfalto que se hacen duros debido a la falta de calentamiento, pero rápidamente obtenemos la recompensa de la bajada hasta Canto Cochino, donde quedan de manifiesto las carencias de la iluminación de alguno de los biciclicks.

Una vez pasado Canto Cochino continuamos el camino que nos llevará paralelos al río Manzanares pero ya nos abandona el asfalto y empezamos a movernos a través de la pista forestal. Dejamos a la izquierda una finca con ganado en la que Roberto demarra de forma incontestable, pero no es por dejarnos tirados ni por ganar puntos en la meta volante de la Charca Verde, sino por el ladrido de los perros de la finca en la oscuridad.


Jose, que no es que se quede atrás, es que sigue regulando


Unos metros más adelante se posa sobre la pista una lechuza cegada por nuestros focos. Levanta el vuelo y vuelve a aterrizar ante nuestros ojos algo confundida. Enseguida nos adentramos en la zona más boscosa, en la que esperamos que se nos crucen jabalíes, lobos y hasta gamusinos, pero lo único que vemos son arañas de un tamaño considerable. Por si acaso, vamos bien agrupados y aprovechamos para hacer chascarrillos sobre el tema.

Llevamos un ritmo tranquilo. Hemos salido con suficiente antelación, Nano no conoce el puerto y Antonio lleva 4 meses sin salir de ruta. Encontramos mucha diferencia de temperatura entre las zonas más arboladas y las despejadas. Hacemos alguna parada para despojarnos de alguna capa de ropa o recolocar las luces. Cuando de lejos venimos ver a David o a Roberto parece que se nos hecha encima el Expreso de Medianoche.


Rober, que deja distancia para después meter miedo con sus luces


Una vez que creemos haber encontrado el punto de ropa adecuado nos hace una visita una invitada inesperada: la lluvia. No nos lo podemos creer. No figuraba en la previsión metereológica, pero es que nos adentramos en una zona inhóspita. Llueve de forma persistente por lo que paramos a refugiarnos bajo un árbol. Afortunadamente no dura mucho y no nos hemos llegado a calar, por lo que enseguida reiniciamos la marcha.

Tomamos el desvío de la Nava, que algunos de nosotros no conocíamos. Estábamos avisados de que era más pedregoso, pero debido también a la oscuridad y a los kilómetros que ya llevamos en las piernas ya tenemos algún descuido y José acaba perdiendo el control de su rueda delantera. Un buen susto que se salda con un golpe y arañazos en la cara y la mano. Además parece que su vetusta Felt se resiente de su amortiguación delantera. Buena oportunidad para acualizarse.


Panorámica de Madrid, la única foto que de verdad demuestra que íbamos de noche


El ascenso a la Nava lo iniciamos en fila de a uno debido a que la senda es más estrecha y debemos adivinar el mejor itinerario para regatear los baches. Se va haciendo más duro debido a que no tiene ningún respiro. A los 2 km David y Rober nos animan aventurando que ya queda muy poco para la cima. Javi es más prudente y cree que aún falta un buen trecho. Los tres realizaron esta ascensión hace unos meses con nieve, por lo que se les hace muy difícil en la oscuridad identificar referencias.

Un par de km más adelante las fuerzas empiezan a flaquear en algunos bicicliks. Dada la previsible cercanía de la cima, Nano nos anima para que llegue cada uno a su ritmo. A mí me sobra el último km y decido regular las energías que me quedan para no entrar en barrena. Me pasa José por la izquierda como si fuera Jordi Alba en el gol a Italia. Finalmente llegamos todos a la cima. Unos últimos kilómetros que se nos han hecho muy duros a Nano y a mí, pero orgullosos de haber llegado y a la espera de compartir el ansiado amanecer en grupo.


Nano y David, que como llevan doble, siempre tienen que bajar los primeros


En cuanto nos bajamos de la bici nos damos cuenta de un par de pequeños problemas. Hace un frío increíble. 5,4 grados y un viento terrible. Nos refugiamos tras unas rocas y al rato nos damos cuenta de que estamos mirando al sur, y la salida del sol nos la va a tapar una cima que no vamos a poder superar andando, algo que intentamos pero desistimos por lo complicado de realizar la ascensión con las fuerzas que nos quedan y el calzado que llevamos.

Como unos hamster nos refugiamos de nuevo tras las rocas bien juntitos y nos planteamos el momento de salir. Tenemos las manos y los pies helados. Comemos algo para reponer fuerzas y en cuanto hay un poco de claridad nos armamos de valor entre todos y decidimos iniciar el descenso.


Cabras montesas en medio del camino, a ver quién se atreve a pasar con esos cuernos


A unos 500 metros de empezar a bajar nos tenemos que detener. Una impresionante cabra montesa nos mira atentamente a unas decenas de metros. Enseguida descubrimos un poco más abajo otras 14 o 15 cabras en medio del camino sin intención de retirarse, algo que conseguimos que hagan con un par de gritos.

Retomamos el descenso, cada uno al ritmo que puede, pero surge un nuevo inconveniente. Javi está congelado y no siente los dedos de las manos ni los pies. Le cuesta mucho frenar y sujetar el manillar y la falta de sensibilidad en los pies le hace perder la sensación de estabilidad.


Javi, recuperando temperatura en la última subida después de casi perder los dedos de pies y manos


Me quedo con él y nos intercambiamos los guantes, porque los suyos llevan los dedos al aire. Enseguida vamos perdiendo altura y recuperando temperatura, aunque seguimos bajando muy precavidos. Esta es una de esas ocasiones en las que hay que conocer nuestros límites y no forzar. Finalmente nos reagrupamos en Canto Cochino.

David y Nano estaban preocupados. Llevaban esperándonos 20 minutos. Comentamos los percances de la bajada. José tiene rota la amortiguación delantera, Javi ha visto un jabalí de dimensiones considerables y Nano ha avistado un zorro. El hombre y la tierra en versión Biciclicks.


Nano y David, intentando no superar los 40km/h en la última subida


Pero lo mejor estaba por llegar. Javi cumple su promesa y nos invita a un chocolate con churros en Manzanares el Real. Nos pusimos ciegos. Porras y churros. Doble ración. Comentamos los detalles de la ruta. Mientras damos buena cuenta del desayuno, Nano ante nuestra sorpresa se muestra muy pesimista por los últimos 2 km a la cima.

Le damos la enhorabuena por haber conseguido llegar y habernos marcado el ritmo perfecto para no quedarnos congelados en La Nava esperando a que saliera el sol. Los de la churrería nos miran con cara de incredulidad. Pensarían “¿Dónde van a ir a montar en bici después del atracón de churros que se han metido a las 8 de la mañana?”

FOTOS
El resto de las fotos de la ruta:


4 comentarios:

  1. Brrrrrrr ¡qué frío! ¡¡pero qué ricas estaban las porras!!!

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    1. En pleno verano, y agradeciendo el chocolate calentito después de una ruta. Va a ser cierto que estamos un poco "pa llá"...

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  2. Cojonuda esa crónica Antonio!
    Un crack como ciclista y como cronista!
    y enhorabuena a los premiados!

    Sólo le pongo un pero a la presentación: despista un poco ir leyendo sobre una ruta nocturna mientras se muestran fotos con luz de día. Supongo que son de la bajada, pero alguna foto del grupo con los cascos y luces encendidas no hubiese estado de más.

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  3. Quizas algún día me anime hacer alguna ruta de noche....mientras prefiero leer las cronicas de estas nocturnas.

    No me gusta ni conducir de noche, como para coger la bici sin ver...tiene mucho merito.

    La noche confunde, y cuando por el día ronda los 30º, por la noche te puede hasta llover y hacer un frio que casi te deja sin dedos. Hay que tener mucho cuidado!.

    Animo, os sigo en la próxima.

    Un saludo, David.

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