sábado, 26 de julio de 2014

Triatlón Cross del Tajo 2014

Esta entrada quizás se salga un poco de la temática acostumbrada en este blog, pero me vais a permitir que cuente nuestra experiencia en este triatlón de distancia sprint organizado por DucrosSeries en el pueblo de Fuentidueña del Tajo. No en vano, fuimos dos biciclicks los que participamos, y además la mayor parte del tiempo gastado en la prueba se hace sobre una bici de montaña. La prueba consiste en 800 metros de natación, 18 kilómetros de ruta con bici de montaña y 5 kilómetros de carrera. Asequible si estás acostumbrado a practicar las tres disciplinas de las que se compone el triatlón, pero aún así un reto considerable por el cansancio que produce juntar 3 deportes distintos en una sola sesión.



Hará ya más de un mes cuando Miguel (compi Biciclicks) me propuso participar en alguna Triatlón Cross —triatlón pero con circuito de bici de montaña—. Acostumbrado a nadar regularmente y a montar en bicicleta todos los fines de semana —que os voy a contar de esto—, tan solo me quedaba la carrera como obstáculo para realizar una prueba de este tipo. Y es que, después de una operación de rodilla hace ya tanto tiempo que ni me acuerdo, mis capacidades para la carrera han sido prácticamente nulas. Siento un dolor agudo en el lateral de la articulación que me deja incapacitado para correr transcurridos apenas 10 minutos. Pero el reto era tan sugerente, tan atractivo, que puse todo mi empeño en poder correr al menos los 5km de los que consta el recorrido de carrera.

Dicho y hecho, tenía justo un mes para preparar la carrera. Me compré zapatillas nuevas —con poco drop para correr impulsando desde el empeine en vez de cayendo sobre el talón y así proteger mi rodilla—, fortalecí musculatura —en el gimnasio y haciendo isométricos en casa— y salí a correr con una banda rotuliana que me ha dado buenos resultados en el pasado. A 3 semanas del triatlón todavía no era capaz de correr ni 2km sin que apareciera el dolor, pero con constancia —y mucho hielo—, en la última semana ya era capaz de correr 7km con un ritmo medio decente. Suficiente para hacer la prueba, o eso supuse.



Llegamos a Fuentidueña temprano, para recoger los dorsales, el chip, el gorro de natación y demás enseres. La organización previa de un triatlón es más estresante que la de una carrera de mountain bike, existen muchos más aspectos a controlar, como por ejemplo, ubicar tu bicicleta y tu material en la zona de transiciones. No se te puede olvidar nada y tienes que dejar todo ordenado de tal manera que te lleve el menor tiempo posible hacer el cambio. Pensé que no iba a obsesionarme mucho con esto, pero al final acabé la noche anterior practicando ambas transiciones.

La salida de natación estaba a casi 1km de la zona de boxes, así que sin mucho tiempo para pensar, nos fuimos en chanclas hacia la salida. Últimos nervios, últimos consejos y sin darnos cuenta ya estábamos colocados al borde del río esperando a que dieran la salida.



¡Salida! Me pongo detrás de Miguel, intentamos salir por un lateral para así evitar las típicas aglomeraciones que se producen en el centro. Ando 3 ó 4 pasos antes de poder lanzarme a nadar. Por fin me lanzo, y obtengo como premio una patada en el pecho. Mi inexperiencia me hace sorprenderme y abrir mucho la boca para coger aire con lo que consigo tragarme el agua de medio río. Me digo a mí mismo que tranquilo, que lo peor ha pasado, y en los primeros metros de volver a nadar recibo sendos codazos y patadas en el lateral de la cabeza. Se me mueven ligeramente las gafas con lo que me acaba entrando algo de agua en uno de los ojos. Madre mía, esto parece la guerra. Pero por fin consigo coger ritmo y situarme en una zona poco masificada. Miguel ha tenido más suerte que yo —o más habilidad— y sin encontrar ningún obstáculo ya me saca 50 metros.

Salvo por ese calamitoso inicio, he de decir que la natación fue sin duda la sección del triatlón que más disfruté. Traté de concentrarme en alargar la brazada para cansarme lo menos posible y así reservar para lo que quedaba, en ir sacando la cabeza frontalmente de vez en cuando para orientarme y en aprovechar los huecos que se formaban en el pelotón para apretar sin miedo a que me dieran más golpes. El agua estaba a una temperatura ideal y la corriente a favor del río facilitaba deslizarte a buena velocidad.



Salgo del agua, y después del inicio tan accidentado, no tengo dudas de que Miguel estará por delante ya que tenemos ritmos muy parecidos en piscina. Hasta la zona de boxes hay que correr descalzo por lo menos medio kilómetro. Se me hace eterno, no quiero ir muy rápido para no castigar demasiado mi rodilla que bastante tendrá que sufrir en la última parte. Por eso me sorprende ver a Miguel todavía haciendo los últimos cambios cuando llego a zona de boxes. Me da tiempo a intercambiar unas palabras con él y a darnos ánimos. Él sale disparado, y yo comienzo con el ritual de vestirme para la segunda sección del triatlón.

Empieza la bici, mi terreno, en el que realmente me encuentro cómodo. Ya en el primer repecho de consideración, veo a Miguel terminando su ascensión mientras que yo todavía no he comenzado a subir la rampa. Me sacará un par de minutos a lo sumo. Me lo tomo con tranquilidad, por seguir con mi modo conservador y porque el cambio de natación a bici —sumado al estrés de la transición— ha sido más cansado de lo esperado. El circuito tenía algo de trampa. Era bastante rompepiernas, con repechos cortos que había que hacer con velocidad si no querías gastar más energía de la cuenta. Por ese motivo, era muy difícil ahorrar para la última parte. Ya llegando a Fuentidueña, consigo alcanzar a Miguel justo en la cima de uno de los repechos más largos y hacemos unos cuantos kilómetros juntos. Llegamos a una zona con continuas bajadas y con la tierra muy suelta. Miguel sufre un percance al cambiar de plato justo al inicio de uno de los repechos con más pendiente, yo continuo mientras hablo con una chica que se queja de que no hubiera nadie de la organización en las zonas peligrosas. Creo que participó mucha gente acostumbrada a la bici de carretera, porque yo no tuve la misma percepción. Viendo que Miguel no me recuperaba, abandoné la compañía de la chica y seguí mi ritmo hasta la segunda transición.



Y llegó la hora de la carrera, a la que tanto miedo tenía. Miguel, que ya ha participado en varios duatlones y en alguna media maratón, no tardó en pasarme, no sin antes preguntarme que qué tal estaba y que cómo llevaba mi rodilla. Por aquel momento iba bien, aunque no quería darme muchas alegrías por si acaso. Nos despedimos y cada uno siguió su propio ritmo.

El circuito que montó la organización no tenía nada que ver con el de años anteriores. Decidieron atravesar el pueblo de Fuentidueña en un circuito circular de 2.5km que se repetía dos veces. El correr por el pueblo implicaba dos cosas: correr únicamente sobre asfalto —salvo la salida y llegada a meta— e ir todo el rato en subida o en bajada, ningún tramo que pudiera considerarse llano. Eso añadía más sufrimiento para mi rodilla, que no tardó más de 3 kilómetros en enviar señales de ¡paraté que duele! a mi cerebro. No es que tuviera muchos problemas en terminar los otros 2km restantes, pero no es que los disfrutara demasiado viendo cómo me pasaba hasta el apuntador. Aún así, viendo el tiempo final, tampoco llevé un ritmo tan vergonzoso.



En definitiva, una prueba en la que disfruté muchísimo, que no solo me gustó hacer sino que me encantó preparar y planificar, y que me ha permitido volver a correr cuando pensaba que era algo que nunca volvería a conseguir. Ahora, con más tiempo y tranquilidad, intentaré mejorar en este aspecto. Hay que estar preparado, ¿quién sabe cuál será el siguiente reto al que nos apuntemos?

2 comentarios:

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  2. Excelente crónica como siempre. Fue un placer compartir entrenamientos, dudas, consejos, mejoras con alguien que disfruta y le apasiona la práctica del deporte tanto como a mí. Nos vemos en la siguiente.

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