Con el título de esta entrada, más de uno pensará que la polémica está servida. Tranquilos, no es ese tipo de mensajes que se pueden leer por foros de ciclismo en el que la gente pregona su decisión de abandonar el uso de la doble suspensión por una rígida. Tan solo es mi experiencia personal al volver a usar una bicicleta rígida —por avería mecánica— después de un año y medio de intenso idilio con mi doble.
La primera sensación cuando vuelves a montarte en una rígida es: ¡que no sabes montar en bici! Es increíble, pero cada bache te supone un problema, parece que vas rebotando sobre el sillín de la bicicleta, te sientes torpe e inseguro, las articulaciones de tus brazos empiezan a molestarte al cargar mayor peso delante, evitas cualquier zanja en tu camino y tienes especial cuidado en elegir la trazada correcta. ¡Esto no es divertido!
Pero no es un problema de la bicicleta rígida, simplemente es que con el uso de la doble, tu cuerpo se va acomodando, se acostumbra a la "comodidad" extra que te proporciona. Una doble te permite ir sentado la mayor parte del tiempo aún superando obstáculos en el camino y si cometes un error al equivocarte en una trazada, la propia bicicleta "te lo perdona". Es cómoda, muy cómoda. Pero cuando cambias a rígida te das cuenta de que quizás es demasiado cómoda. Mi experiencia de tres semanas usando la rígida me ha servido para darme cuenta de todas estas cosas —el cambio de rígida a doble fue más sencillo, simplemente iba mejor, más cómodo y más seguro—.
Pero con el paso de los días, he ido exprimiendo las virtudes que tiene una bicicleta rígida y volviendo a disfrutar. En seguida te acostumbras a levantar el culete en los baches y ya no pierdes velocidad. Es una maravilla subir, sientes como todo el empuje de tus piernas se traslada a la rueda trasera, la bicicleta te pide que abuses de desarrollo, te incita a levantarte del sillín y aprovechar el peso de tu cuerpo sobre los pedales. Y las bajadas ya no parecen tan complicadas, es cuestión de ser inteligente y elegir el camino correcto. Tus brazos ya te molestan menos, estás ganando fuerza en el tren superior que antes no tenías. A fin de cuentas, te estás haciendo mejor ciclista.
Por suerte, en breve tendré mi querida doble de vuelta en mi trastero. No me planteo volver a rígida, para mí una doble suspensión es simplemente más completa, me permite hacer más kilómetros sin cansancio y es mucho más divertida y segura. Pero visto lo visto, intentaré montar en la rígida de vez en cuando, para volver a tener esas sensaciones, para entrenar y hacer tiradas cortas y explosivas, y sobre todo, para que mi cuerpo no se vuelva vago y no se acomode demasiado al acogedor asiento de una doble.
La primera sensación cuando vuelves a montarte en una rígida es: ¡que no sabes montar en bici! Es increíble, pero cada bache te supone un problema, parece que vas rebotando sobre el sillín de la bicicleta, te sientes torpe e inseguro, las articulaciones de tus brazos empiezan a molestarte al cargar mayor peso delante, evitas cualquier zanja en tu camino y tienes especial cuidado en elegir la trazada correcta. ¡Esto no es divertido!
Pero no es un problema de la bicicleta rígida, simplemente es que con el uso de la doble, tu cuerpo se va acomodando, se acostumbra a la "comodidad" extra que te proporciona. Una doble te permite ir sentado la mayor parte del tiempo aún superando obstáculos en el camino y si cometes un error al equivocarte en una trazada, la propia bicicleta "te lo perdona". Es cómoda, muy cómoda. Pero cuando cambias a rígida te das cuenta de que quizás es demasiado cómoda. Mi experiencia de tres semanas usando la rígida me ha servido para darme cuenta de todas estas cosas —el cambio de rígida a doble fue más sencillo, simplemente iba mejor, más cómodo y más seguro—.
Pero con el paso de los días, he ido exprimiendo las virtudes que tiene una bicicleta rígida y volviendo a disfrutar. En seguida te acostumbras a levantar el culete en los baches y ya no pierdes velocidad. Es una maravilla subir, sientes como todo el empuje de tus piernas se traslada a la rueda trasera, la bicicleta te pide que abuses de desarrollo, te incita a levantarte del sillín y aprovechar el peso de tu cuerpo sobre los pedales. Y las bajadas ya no parecen tan complicadas, es cuestión de ser inteligente y elegir el camino correcto. Tus brazos ya te molestan menos, estás ganando fuerza en el tren superior que antes no tenías. A fin de cuentas, te estás haciendo mejor ciclista.
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ResponderEliminarme respondes a munekitacat@gmail.com
besoss!!
Emilia
No es un blog con ánimo de lucro, y por tanto nos dan un poco igual las visitas, salvo por el reconocimiento de que a la gente le guste lo que lee. Siendo además temáticas totalmente distintas no veo que tenga sentido el intercambio de enlaces que me propones. Gracias de todos modos.
ResponderEliminarCambia el verde este que molesta en la lectura
ResponderEliminarPor cierto muy buen post =)
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